Ramón Marrero Aristy
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- Categoría: Biografías Dominicanas
- Publicado: Domingo, 02 Septiembre 2018 09:58
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Ramón Marrero Aristy, escritor, novelista y funcionario que fue de la dictadura de Trujillo, escribió Over, la novela que narra la sobre explotación de los ingenios y centrales azucareros contra los trabajadores dominicanos. De pensamiento liberal que muchas veces coincidía en sus posiciones con sectores socialistas y antitrujillistas fue asesinado por la dictadura de Trujillo en 1959.
Mucho se ha conjeturado sobre la vida y muerte de Ramón Marrero Aristy, pero pocos se han esforzado por encontrar la verdad. Marrero Aristy fue periodista, escritor, historiador, diplomático y funcionario del gobierno. Su ascenso a nivel social y político se debió al éxito de su novela Over, considerada por muchos la mejor obra narrativa escrita en la dictadura de Trujillo. ¿Cómo un aldeano de apenas veinte y seis años lo logró? ¿De cuáles bases literarias partió? ¿Y por qué fue vilmente asesinado? Éstas, entre otras interrogantes, originaron este estudio, el cual necesariamente parte de las raíces del escritor.
Marrero Aristy nace en San Rafael del Yuma, Higüey, en 1913, en una época en que la República Dominicana, dependiente ya de Estados Unidos, estaba sumergida en una etapa precapitalista caracterizada por la inestabilidad política producto de la lucha caudillista. Esta inestabilidad entorpecía la producción y comercialización del azúcar exportada hacia Norteamérica, una de las razones por la cual Estados Unidos invadió el país en 1916. Luego convirtió la nación en una colonia, cuya principal función era el desarrollo de su industria azucarera.
El área vital para la empresa del nuevo imperio era el Este, por encontrarse el mayor número de ingenios azucareros. La respuesta patriótica no se hizo esperar: en varias zonas boscosas de San Pedro de Macorís, El Seybo y La Romana se levantaron en armas hombres decididos como Vicente Evangelista y Ramón Natera, quienes iniciaron una epopeya que sería calumniada con el nombre de gavillera.
El padre de Marrero Aristy, Juan Bautista, ganadero, igual que los de su clase, colaboró con los invasores, y según algunos testigos de la época, sirviendo de práctico de uno de los marines, sabiendo que los guerrilleros preferían matar más a los guías traidores que al yanqui, convenció al militar norteamericano de que se intercambiaran la ropa para que su vida “estuviera más garantizada”.
Y tal como previó, los guerrilleros atacaron al que creían traidor y ajusticiaron al marine. Juan Bautista, nervioso, volvió a intercambiar la ropa, la cual lanzaría al río, y reportó al soldado como muerto en una emboscada. Los norteamericanos, perplejos, notaron que el uniforme del caído no tenía agujeros, y después de encontrar la ropa de Juan Bautista, que se había enredado en las ramas de un árbol a la orilla del río, lo acusaron de la muerte. Juan Bautista se vio obligado a salir del país.
Con él se llevó a su esposa, Nuna, y a Marrero Aristy, que era hijo de otra mujer, Olivia Beltré. Por esta descendencia, Marrero Aristy no era del agrado de Nuna, y tendrían múltiples diferencias. A éstas se añadirían las que tendría Marrero Aristy con su padre, porque el simpatizante del imperio se opondría radicalmente a la vocación literaria del hijo. A Juan Bautista le era imposible ver a ese bendito muchacho, a quien deseaba convertir en agricultor, leyendo y leyendo hasta el amanecer todo lo que aparecía. Luego de vivir en Colombia, Venezuela y en las Antillas Holandesas, Juan Bautista regresó con su familia en el año 1922, aún con las tropas norteamericanas en el país, y discretamente se instaló en Barahona. Marrero Aristy tenía ocho años, y debido a las contradicciones, que se tornarían insostenibles, con su padre y esposa, se trasladaría a vivir a La Romana, a la casa de su abuela paterna Mariquita Marrero, de quien adoptaría el apellido. Con esfuerzo (porque Juan Bautista seguía obligándolo a trabajar la ganadería en sus tierras del Este) completó sus estudios primarios y parte de los secundarios.
En esos años quedó encandilado con los pasajes de la Biblia, y pensando hacerse pastor evangélico practicó la predicación. Pero la dinámica de la vida, el gusto por el baile, el ron y las mujeres lo hicieron desistir. También lo había hechizado los pasajes de unos que otros libros marxistas traídos del exterior por emigrantes trabajadores de los ingenios. Es decir, que debido al desarrollo económico del Este y, por ende, social y cultural, Marrero Aristy pudo adquirir un nivel de conocimiento elevado y seguro leyó a Víctor Hugo, Doestoyeski, Tolstoy y Chejov, escritores muy comentados por los intelectuales dominicanos.
Así, revestido del nacionalismo reinante por la presencia de las tropas invasoras y por los escritos de Marx, se transformó en un tímido defensor de los humildes, principalmente de los campesinos, y en un serio aspirante a escritor. Los norteamericanos, tras garantizar sus intereses a través del plan Hughes-Peynado y crear una guardia nacional obediente a ellos, salieron del país en 1924 y dejaron instalado como presidente a Horacio Vásquez. Marrero Aristy, por su lado, descuidando sus deberes en la finca, empezaría a escribir crónicas para el periódico El Diario, de Santiago y el Nuevo Diario, de Santo Domingo.
Sus escritos, conteniendo el sello de su pensamiento progresista, retrataban la vida miseriosa y angustiante de los obreros agrícolas. Juan Bautista, finalmente, lo expulsa de la finca y de la casa de Mariquita, y Marrero Aristy, para sobrevivir, labora en una de las bodegas de comestibles del ingenio azucarero norteamericano de La Romana, administrado por la South Puerto Rico Sugar Company. A diferencia del personal del central, él es un joven consciente de su posición de clase, poseedor de una sensibilidad social parecida a la de los líderes revolucionarios. Esta sensibilidad lo hace más que indignarse al palpar y tener que participar del crudísimo sistema de explotación del ingenio, comparado con un centro de concentración nazi.
Como narrador, es lógico que ideara plasmar su experiencia en una novela y mientras madurara el proyecto, les robara unas horas al trabajo para escribir cuentos. Al leerlos hoy, el lector se sorprende de lo que éramos como pueblo: una aldea ahogada en la pobreza. Por otra parte, en 1930 el brigadier Rafael Leonidas Trujillo aprovechó las protestas generadas contra Horacio Vásquez porque pretendía mantenerse en el poder inconstitucionalmente por dos años más y las utilizó como pretexto para asumir la presidencia de la república por medio de un golpe de Estado disfrazado después de unas elecciones generales.
Decenas de pequeños burgueses de limitadísimas entradas económicas y oportunidades de ascenso social, como Marrero Aristy, vieron el cambio con ojos esperanzadores. “Quizás la nación se encamine, al fin, hacia el progreso”, pensaron, pues la gestión horacista, retornadora de las intranquilidades, había diezmado el optimismo de los intelectuales. El escritor en ciernes que continuaba enviando sus escritos a los periódicos, se enteró que sus cuentos se habían publicado con éxito en el diario La Opinión, de Santo Domingo, y de inmediato se presentó ante el redactor principal, Manuel Antonio Amiama y le pidió un empleo.
Manuel Antonio Amiama, licenciado en derecho, quien llegaría a ser presidente de la Suprema Corte de Justicia en 1962 y escribiría la importante novela El Terrateniente, lo complació y posteriormente se convertiría en su mentor, amigo y corrector. Marrero Aristy se movía en calzoncillos entre las maquinarias del periódico porque sólo tenía un pantalón al que había que conservar, y en las horas libres continuaba escribiendo y estudiando. Igual que a Hemingway, no le atraían los movimientos literarios por lo que no se acercaría ni al postumismo de Moreno Jiménez ni al Paladión de Francisco Prats Ramírez ni al Plus-Ultra de Manuel Arturo Peña Batlle ni al intentado por Manuel Zacarías Espinal que se ha llamado Vedrinismo, el cual erróneamente se ha señalado a Vigil Díaz como su fundador.
Con apenas veinte años, ya habiendo terminado el bachillerato, Marrero Aristy publicó su primer libro titulado Perfiles Agrestes en el mes de agosto del año 1933. En la introducción dijo, el que lea la obra, quizás no halle nada perfecto, si solo atiende a su forma, pero si en cambio, busca su fondo, hallará algo muy nuestro. En efecto, el libro, dividido en los capítulos Tipos Dominicanos, Costumbre Dominicana,
Tres Poemas y Cuentos Dominicanos, resume el cuerpo y el alma del quisqueyano de la época. Emilio Rodríguez Demorizi en una carta que le envió el 20 de febrero de 1934, observó en los cuentos de Marrero, como en los de Bosch, cierta inclinación al dramatismo, y afirmó que la característica del cuento dominicano es la indefinida resultancia del estudio psicológico del campesino, mezcla de astucia y de valor, honor y doblez. “De la feliz interpretación de ese temperamento saldrá el cuento criollo perfecto: fácil empresa para usted, en cuyo libro hay bellas muestras de su definitiva vocación literaria.” Los cuentos de Bosch referidos por Demorizi son los contenidos en Camino Real, su primer libro publicado en el mes de noviembre de 1933. Bosch, que sería el precursor de la narrativa social moderna dominicana y uno de los más grandes pensadores políticos, impactó positivamente, más que ningún otro escritor, en la sociedad cultural dominicana porque además de su enorme talento, contó con la asesoría de Pedro Henríquez Ureña, quien lo introdujo en la literatura de Horacio Quiroga y Guy Maupassant. José Rijo diría: “A partir de entonces, nosotros los aspirantes a cuentistas, queríamos escribir como Bosch”. Marrero Aristy también admiraba a Bosch, y en Perfiles Agrestes, en el capítulo Cuentos Dominicanos, le dedicó el titulado Zafra, que reseñaba la vida de una mujer adúltera dentro del batey del ingenio.
Respecto a su carrera periodística, de La Opinión Marrero Aristy pasó al Listín Diario y luego a La Nación, donde sería ascendido a redactor jefe. En esos años estudiaría, inconclusamente, filosofía y letras en la Universidad de Santo Domingo y aprendería de forma autodidacta, inglés y francés. En 1936, su condiscípulo Juan Bosch impactó aún más a la sociedad cultural con la publicación de la novela La Mañosa. En lo que iba de siglo, solo La Sangre (1914) de Tulio M. Cestero podía compararse en calidad con La Mañosa. El éxito de esta obra motivó a Marrero Aristy a publicar una recopilación de sus cuentos con el título de Balsié, Narraciones, Estampas y Cuentos, y continuó con su proyecto novelístico.
Acerca de Balsié, que contenía el sello del costumbrismo rural marreriano, Virgilio Díaz Ordóñez afirmó que era el libro más dominicano que había leído, y el novelista español Eduardo Zamacois, a quien Marrero Aristy le había mandado un ejemplar de la obra, le aconsejó salir del país, pues “un artista como usted no merece vivir en Santo Domingo. Ahí no tiene usted, espacio para volar”. Para su desgracia posterior, Marrero Aristy no le haría caso, contrario a Bosch, que el mismo año de la publicación de Balsié (1938), sorprendería a Marrero Aristy yéndose al exilio precisamente por no tener oportunidad en el país de desarrollarse como escritor, aunque después añadiría la necesidad de reestablecer la democracia dominicana. Al año siguiente, 1939, Marrero Aristy por fin terminó su proyecto al que originalmente tituló La Bodega, pero su profesor, Teófilo Hernández, a quien en Perfiles Agrestes, en la parte Tipos Dominicanos, le dedicó el llamado El Maestro Rural, le recomendó cambiarlo porque coincidía con el título de una novela de Vicente Blasco Ibáñez. Entonces lo bautizó con el nombre de Over.
Uno de sus aciertos fue elegir como narrador de la obra a la primera persona, pues como contenía pasajes de su vida, la verosimilitud del texto aumentó considerablemente. Por medio a Daniel Comprés, narrador/ protagonista y bodeguero del central, Marrero Aristy le hace una autopsia crítica al ingenio de propiedad norteamericana donde trabajó; y denuncia su sistema monopólico de explotación basado en una súper plusvalía o robo desenfrenado, el cual además provoca la quiebra de los comerciantes ubicados en la región azucarera.
En la medida que el lector avanza en la novela, su identificación con Daniel Comprés y los otros explotados se va multiplicando hasta alcanzar un punto infinito; se va identificando con un Daniel Comprés que se ve obligado a robarle a los obreros a través del Over porque debe pagar la parte que le sustrae el ingenio; con un Daniel Comprés que guiado por su sentido de justicia se rebela contra la compañía y llega al extremo (lo cual es el único pasaje que nos parece incierto) de gritarle a los proletarios, “ardiendo en indignación: -¡Marchen de aquí! ¡Pídanle tierra al gobierno o róbenla! ... ¡No vuelvan más!” Persistiendo en su actitud rebelde, Daniel Comprés termina siendo vencido por el central e intenta, sin éxito, conseguir otro trabajo. Frustrado, inmerso en la miseria, rechazado por su esposa y familiares, acaba convirtiéndose en un parásito y empieza a vagar sin rumbo...
A diferencia de Bosch en La Mañosa, Marrero Aristy escribió su Over teniendo plena conciencia del riesgo que corría publicándola bajo la dictadura. Por esta razón, aunque ataca al capitalismo y al sistema de explotación norteamericano, no ubica la novela en un tiempo específico ni interrelaciona los personajes con la historia. Trujillo, que siempre ambicionó los consorcios azucareros yanquis, vio con agrado el desenmascaramiento que le hizo Marrero Aristy. Extrañamente, éste ni se percató de la grandeza de su obra ni de su potencial como narrador. Bosch sí se percató: en la revista Carteles, de La Habana afirmó: “Ramón Marrero Aristy (...) tiene un amplio porvenir en las letras dominicanas, quizás más que la mayoría de los jóvenes escritores de su generación en el continente.” En el país, Over tuvo una acogida unánime por el público, y Trujillo, dándole continuidad a su táctica de comprometer con su dictadura a todo el que se destacaba, lo nombró Subsecretario de Estado de Trabajo y Economía Nacional.
Marrero Aristy aceptó con agrado el nombramiento, renunciando así a su futuro literario y entrando en un sistema de explotación más malvado y cruel que el del ingenio de Over. Lo primero que le demostró Marrero Aristy al déspota fueron sus grandes dotes de mediador, pues le solucionó una huelga de los trabajadores azucareros que se le había hecho imposible quebrar al general Federico Fiallo.
Después actuó como intermediario exitoso entre el gobierno y el exilio en Cuba, haciéndole creer a estos que se implementarían ciertas libertades civiles en el país, las cuales en verdad Trujillo concedería tácticamente por las presiones de Washington y autorizaría la formación del Partido Socialista Popular. Luego lo descabezaría con la violencia característica. En los meses de su intermediación, Marrero Aristy compartió en actos con miembros del movimiento comunista cubano y con Mauricio Báez, representando a la Confederación de Trabajadores Dominicanos. En sus intervenciones (lógicamente magnificando las obras del jefe), el autor de Perfiles Agrestes demostró poseer una oratoria persuasiva, llana y emotiva, cualidades desarrolladas en él gracias a su antigua labor de predicador evangélico.
Adicional a estas cualidades e inteligencia natural, sobresalieron en él, el magnetismo de líder, la apariencia de libre pensador de ideas avanzadas, valentía y accionar generoso, virtudes que lo proyectaban como el hombre ideal para sustituir a Trujillo y reestablecer la democracia. Así lo vieron los envidiosos del palacio encabezados por Johnny Abbes, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), quienes comenzaron a intrigar contra él. El Jefe de Estado, agradecido por el dinamismo y buen desempeño de Marrero Aristy, quien incluso había publicado la apología Trujillo, Síntesis de su Vida y Obra, lo nombró diputado al Congreso Nacional por Azua en 1948; por el Seybo en 1950 y por Santo Domingo en 1954.
Ese año, él consiguió la orden de escribir la historia oficial dominicana; orden que había empezado a ejecutar Américo Lugo, pero en 1936 se negó abarcar la Era de Trujillo para no convertirse en el historiador oficial del déspota. Con el esmero acostumbrado, Marrero Aristy terminó el primer tomo en 1957 y lo tituló: La República Dominicana: Origen y Destino del Pueblo Cristiano más Antiguo de América. En él narra la historia del país desde el descubrimiento de América (1492) hasta la anexión de la República a España (1861).
Como la dictadura no estaba incluida, Marrero Aristy analizó los hechos con aparente libertad de pensamiento, enmarcado, eso sí, dentro de los lineamientos sociológicos del mentor del trujillismo, Manuel Arturo Peña Batlle. En una ocasión le dijo a éste: “Tú tienes razón, Chilo, cuando defiendes la raíz hispánica, la práctica católica y el enfrentamiento a la acción desnacionalizante del haitiano, como medio de nutrir la sustancia nacional”. El mismo pensamiento primó en el segundo tomo, el cual, terminado cinco meses después del primero, finaliza en el tercer gobierno de Horacio Vásquez, en 1930.
Asimismo inició la redacción de una nueva novela, la cual titularía El Camión Rojo. Según algunos miembros de la Poesía Sorprendida, a quienes Marrero Aristy les leería pasajes de la novela, ésta describe cómo un camión rojo se despeña en El Número, de Azua, en forma parecida a lo que ocurriría en su asesinato. ¡Vaya premonición de su muerte! Para la época en que terminó el segundo tomo de historia, la situación económica de Marrero Aristy había mejorado bastante, igual que su suerte con las mujeres: tras divorciarse de su primera esposa, la romanense Gloria Seneau, con quien no procreó hijos, y de su segunda, la mulata sanjuanera Fabiola Marcano, con quien procreó tres varones, casó con la hermosa joven, blanca y educada, Belisa Mejía, con quien tendría una hembra y un varón.
Doña Belisa, que sería la digna viuda Marrero, le criaría los hijos de Fabiola Marcano. Apoyado en su nueva posición social, mejoró su forma de vestir y aumentó su inclinación a la buena comida, al baile, al alcohol, a las aventuras amorosas y a la repartición de dinero entre sus familiares y amigos pobres. Estos cambios en su comportamiento los realizaba bajo la mirada de los envidiosos palaciegos. Estos ya conocían algunos de los defectos del escritor, como su hiperbólica indiscreción, la cual podría usarse contra él, lo mismo que su accionar temerario iniciado con la publicación de Over. En 1957 escribió un informe interno en el cual describió las penurias y la explotación de los campesinos cafetaleros que laboraban en uno de los monopolios económicos del tirano.
De inmediato la prensa radial y escrita se hizo eco del informe y le lanzó un vendaval de fuertes críticas. El escritor por primera vez se vio en serios aprietos y en una carta que le envió a Trujillo, le expresó que sus enemigos gratuitos quieren verlo en la cárcel. “...No es que le tenga temor a la cárcel...”. Afirmó que era un trabajador honrado del trujillismo que puede equivocarse, pero jamás traicionar.
El déspota, consciente de que Marrero Aristy era un buen colaborador, pero nunca un trujillista de corazón, le respondió: “¿De dónde infieres tú que puedes ir a la cárcel? ¿Acaso no eres un Secretario de Estado con la confianza del gobierno?” A pesar de esta aparente muestra de confianza, Trujillo lo inscribió en su lista negra. Un año después, se desarrolló en Cuba la lucha final entre el ejército rebelde de Fidel Castro y el del dictador Fulgencio Batista. Como Marrero Aristy seguía siendo no sólo intermediario de la dictadura, sino también representante de la misma en los foros laborales internacionales y en las reuniones de la SIP, en uno de sus viajes a La Habana se dio cuenta del inminente triunfo de Fidel y lo que significaría para el continente, y al regresar al país lo comentó a voz en cuello en las tertulias que acostumbraba participar. Refiere el intelectual trujillista Ramón Font-Bernard en un artículo, que Marrero Aristy mencionó con evidente simpatía a los generales Juan Rodríguez y Miguel Ángel Ramírez, así como al profesor Juan Bosch. “Al pueblo hay que espabilarlo”, agregó, “para evitar por los medios que fueran, que el próximo presidente de la República fuese un filorio del parque Colón”.
Además de estas graves indiscreciones, el autor de Balsié les regalaba a sus amigos y relacionados, revistas y libros de circulación prohibida en el país, traídos de sus viajes del exterior. Trujillo, que tenía el servicio de inteligencia más eficaz de la región, gracias al cual sabía que Marrero Aristy en Cuba se reunía con los exiliados, seguro también sabía de todas sus graves indiscreciones y desde ya pensaba eliminarlo.
El esperado triunfo de Fidel Castro se produjo en enero de 1959, y el panorama político, como esperaba Marrero Aristy, cambió por completo en América Latina: los dictadores empezaron a caer paulatinamente. Seis meses después de la entrada triunfal de Fidel en La Habana, partiendo de Cuba, arribaron al país los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo, y aunque Trujillo los venció con facilidad, los patriotas le causaron una derrota política tras la cual veíase la segura caída del tirano. Marrero Aristy, conocedor supremo de esta verdad, empezó a comentarla en las tertulias, y añadió lo que hasta ese momento no se había atrevido a plantear: como Trujillo está liquidado políticamente, se lanzará a la búsqueda del poder para realizar una revolución pacífica, la cual sacará al pueblo del estado de indefinición social y económico en que se encuentra.-En ese instante su temeridad se tornó irreflexiva.
Quizás por esta causa presentía su muerte. A su esposa se lo manifestaba a cada momento: “Creo que me van a asesinar”. Este presentimiento le impedía publicar el tercer y último tomo de su República Dominicana, Origen y Destino del Pueblo más Antiguo de América porque analizaba la obra de gobierno del jefe y temía herir su susceptibilidad. Él lo dejaría redactado, y el historiador César A. Herrera lo corregiría y lo publicaría en el año 1961.
También dejaría terminado el manuscrito de El Camión Rojo, el cual pensaba publicar después de la caída de la dictadura. Mientras tanto, los envidiosos palaciegos, aprovechando la decrepitud de Trujillo y la crisis que le generó la expedición, le mintieron diciéndole que en uno de sus frecuentes viajes, Marrero Aristy pensaba desertar y unirse a los exiliados, quienes le habían propuesto postularlo para la presidencia.-Y apoyándose en la consabida indiscreción del escritor, lo acusaron de suministrarle información a Tad Szulc, periodista norteamericano visto por Marrero Aristy en Estados Unidos, que catalogó, en artículos publicados en The New York Times, de corrupta a la dictadura.
La reacción de Trujillo fue la ansiada: decidió eliminarlo. La orden se la impartió a Johnny Abbes estando el Jefe de Estado acompañado en el Palacio de Gobierno del maniático asesino batistiano Policarpio Soler, quien como expresó Joaquín Balaguer en sus Memorias de un Cortesano (pág.258), en esa época acaparaba el tiempo que Trujillo dedicaba a despachar tras su escritorio. Primero el déspota citó a Marrero Aristy en su despacho para mortificarlo con su cinismo y simulación. Así, luego de comentarle las denuncias de los envidiosos palaciegos, y el escritor defenderse (en verdad, contrario a lo que dicen hoy muchos historiadores, él aún no había materializado una conspiración), lo despidió ratificándole su confianza. Marrero Aristy, un tanto aliviado, conversó con su esposa y le habló del encuentro con el jefe y de los puntos que aclararon. “Por suerte que ya todo está tranquilo”, creyó él.
Trujillo volvió a llamarlo en la tarde. Esta vez, con bramidos, insistiendo en las denuncias, lo acusó de contactar a los norteamericanos para sucederle en el poder. Marrero Aristy, nerviosismo, sudando hasta más no poder, volvió a defenderse. Pero Trujillo lo interrumpía con sus bramidos, fulminándolo con su mirada de fuego. El escritor quiso buscar su pañuelo en el bolsillo del pantalón para secarse el sudor, hecho que confundió Policarpio Soler con un intento de sacar un arma y en el acto lo mató de un disparo en la cabeza.
Trujillo, tras comprobar la falsa creencia de Policarpio Soler, se incomodó, pues no era el escenario adecuado para asesinarlo. No obstante, con frialdad, ordenó que se deshicieran del cadáver. El carro de Marrero Aristy, conducido por su chofer, Juan Concepción, lo vieron salir del palacio yendo un volkswagen del SIM delante y otro detrás. Marrero Aristy parecía ir durmiendo en el sillón trasero.
Johnny Abbes decidió lanzarlo dentro del carro por el precipicio de una carretera, simulando un accidente Los esbirros de él, para darle más verosimilitud al accidente en la carretera de Constanza, asesinaron al chofer Juan Concepción, a quien dentro del carro también lanzarían al precipicio. Ese fue el triste final de quien pudo convertirse en un gran narrador universal. Pero si triste fue su final, el del manuscrito de El Camión Rojo lo sería más: estando ausente la viuda Marrero, una tarde se presentó en la casa un señor indio, alto, seguro un intelectual, antiguo amigo de Marrero Aristy, con un papel dizque firmado por doña Belisa, en el cual ordenaba que le entregaran la novela.
La doméstica, sin pensarlo, obedeció, y así desapareció la última obra del autor de Over. Es posible que el señor indio la robara con la intención de publicarla con otro título, pasajes y nombres de los personajes. No obstante hasta ahora no ha aparecido ninguna obra similar a la descrita por los miembros de la Poesía Sorprendida.
Edwin Disla, 29 de noviembre del 2007